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Juan Carlos Girauta

Policías y ladrones

Es una afición por todo lo que brille, siempre que sea ajeno. Es una propensión a fletarse aviones o helicópteros que pagan otros. Es el gusto por cenas cuyo cubierto requiere el sueldo entero de un mileurista.

Aman ese juego. Será por su renuencia a abandonar la infancia. Será por el síndrome de Peter Pan o por la ingenuidad impostada que exige su discurso beatífico: calentamientos globales, llantinas solidarias, la fe entrañable de Simancas en el cine-forum para convertir a los vándalos. Será la tontería o la caradura, o ambas, pero a la izquierda española le han salido las arrugas y las canas mientras jugaba. A policías y ladrones.

Hay otras izquierdas en el mundo. Qué sé yo, la de Royal, que no va muy allá pero conoce más divertimentos. O la socialdemocracia sueca, con su viejo prestigio colgando como una medalla oxidada. O ciertos demócratas americanos, de un realismo liberal que a veces desborda a Rajoy y Sarkozy, aunque estos no lo reconozcan para no desconcertarnos. Pero la izquierda española, policías y ladrones.

Es una afición por todo lo que brille, siempre que sea ajeno. Es una propensión a fletarse aviones o helicópteros que pagan otros. Es el gusto por cenas cuyo cubierto requiere el sueldo entero de un mileurista. Es la horterada del parvenu, los frigoríficos para las pieles, las orgías de farlopa y gayumbos de aquel Roldán, las comisiones millonarias y compulsivas. Era otro PSOE, objetarán. Pero no veo que hayan pedido perdón. Para ser otro PSOE, manda bastante en este. Échenle un vistazo al Gobierno.

¿Otro PSOE? El del pastel de Ibiza con los sociatas a calzón quitado, el del presunto Blanco y las impunidades que procura Pumpido, capaz de congelar la acción de la justicia por no desanimar un solo voto. La lista es larga. Pensemos en las condonaciones de aquel bachiller, hoy honorable Pepe. Pensemos en la merienda de negros de Endesa, aplazada porque en vez de comérsela a dentelladas secas y calientes, que diría Hernández, la van a tener que sorber con una pajita. La licuadora es italiana y el camarero un petimetre con corbata de Hermès.

Pero si todos se piden ladrón en esta cleptocracia, ¿quién hará de policía? No hay problema, los socialistas siempre han ansiado, y logrado su policía de partido. Una sola corriente liberticida, un mismo club de protectores uniformados atraviesa la historia reciente de España, del GAL al 11-M, que es un golpe se ponga como se ponga Iñaki Gabilondo. Dicen que el juicio les da la razón. Wishful thinking.

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